Romeria del Sant Crist de la Salut del Palmar per l'Albufera

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Col·lectiu Ullal

Eixida nº 37

DATA: Dilluns 4 d’agost de 2003
RUTA: Romeria del sant Crist de la Salut del Palmar per l’Albufera.
ASSISTENTS: Vicent G. Castillo i Amparo, Juan Ferrús, Carmen Vanaclocha i Marlen Ramos, Cloti Valerio, Joan Ferrús, Joan Ferrús (junior) i Núria Mafé, Juan Miguel Vanaclocha, Toni Segarra, Santi Toledo, Ana Espasa, Sabina Asins, Isabel Perales, Carla Beltran i amic, BARQUERS: Juanvi Ferrús i Ramon Ibor. (15 adults i 4 xiquets).

per Vicent Garcia Castillo


PROCESION LACUSTRE DEL CRISTO DE LA SALUD. EL PALMAR

Es el lunes, día cuatro de agosto del año dos mil tres.
Son las cuatro de la tarde y el día aunque amaneció esplendoroso, dispone ahora de un sol canicular.
Por unos momentos, ponemos en duda nuestra incorporación a la excursión, pero pronto ésta se desvanece ante el objetivo del viaje y de la compañía de los maravillosos amigos con los que íbamos a compartir.
Una vez en la plaza de Sollana, que a pesar de las abigarradas hileras de coches aparcados, aún conserva el sabor de plaza de pueblo ribereño, luego de los saludos afectuosos, nos reunimos con nuestros compañeros de viaje, reduciendo al mínimo el número de coches a desplazar.
Salimos de la población tomando la dirección Este, enfilando el camino del Alteró y pasando por delante del cementerio “nido de recuerdos tan queridos”, nos encontramos inmersos entre los campos de arroz. El espectáculo de estas marjales es impresionante, pues nos parece avanzar entre un mar de ondulantes espigas que ahora empiezan a madurar y que forman una verdadera alfombra dorada.
No en vano una inspirada poetisa al gozar de este paisaje, supo expresarse así:

También en los arrozales
álzase un himno sonoro;
son las espigas que a coro
dan gracias a las bondades
del Dios que cubriólas de oro.

Luego de subir el pequeño altozano de l’Alteró y contemplar los islotes de naranjales abrazados por los arrozales, que nos hablan de islas ubicadas antaño dentro del lago de la Albufera, que en el pasado se enseñoreaba de estos predios, llegamos al Portet, lugar en el que accedimos a una moderna embarcación, gentilmente cedida y tripulada por nuestro entrañable amigo Juan Vicente Ferrús.
Este lugar de el portet – puerto pequeño- es una encrucijada de acequias, junto a una blanca casita rodeada de arbolado, donde hasta hace poco anclaban las barcas de vela que llegaban o se disponían a cruzar el lago.
Pues bien, luego de acomodados en la barca, por una de estas vías fluviales llegamos al lluent, o sea a la laguna valenciana y la brisa refrescada por las aguas, nos alivia del sofocante calor.
Estamos en la parte sur del lago – hoy parque natural- , que por su extensión a mí me parece un auténtico mar.
Y recuerdo que cuando en mis años mozos, allá a mediados del pasado siglo, venía por aquí con los chavales de mi Parroquia en excursión, con barcas de vela triangular, esto era una delicia. Las aguas transparentes, dejaban ver y gozar de la vegetación acuática, entre la cual jugueteaban multitud de peces, cuya observación hacía las delicias de los pequeños excursionistas.
También recuerdo que por los años ochenta del mismo siglo, acompañé una expedición de técnicos suramericanos que estudiaban nuestros regadíos y las aguas habían ya perdido su diafanidad por la contaminación. Uno de los expedicionarios, joven argentino, ingeniero agrónomo, me preguntó en un lindo castellano, si en el lago había caimanes. Le contesté negativamente. Pero aclarándole que en tiempos pasados, “caimanes” en forma humana, a dentelladas habían reducido de forma alarmante la extensión del lago, generando una considerable riqueza al crear los feraces campos de arroz. Tarea muy meritoria crematísticamente, pero a la vez nada ecológica.
Le informé, que a pesar de la contaminación, aún existían distintas especies de peces y que en las “matas” o sea, en las islas existentes en el lago formadas por la sedimentación, cubierta de cañaverales, juncos y otras plantas acuáticas, pululaban y anidaban diversas variedades de aves acuáticas.
Hoy las aguas han mejorado bastante y esperamos que con las medidas que se están adoptando, su recuperación sea pronto una realidad.
Nuestra lancha, guiada por Juan Vicente, cruza veloz las ondulantes aguas, pasando ahora frente a la finca del Campot, situada como otras por bajo del nivel de las aguas de la Albufera.
También nuestro buen amigo Ramón Ibor Oroval, experto conocedor de estos parajes, nos ilustra con diferentes datos, anécdotas y noticias interesantes, acerca de cuanto estamos contemplando y hasta otro acompañante nos relata –al vislumbrar la mata de la Sancha- el porqué de ese nombre y la descripción que de ello nos hace el famoso escritor valenciano D. Vicente Blasco Ibáñez en su libro “Cañas y barro”.
Todo ello, unido al obsequio de unos dulces y bebidas refrescantes, hizo muy agradable nuestro tiempo, a lo que se unió el poder contemplar el salto y acrobacias de los peces sobre las aguas, algunos de los cuales cayeron dentro de nuestra embarcación y que fueron devueltos al agua después del alborozo de los excursionistas, especialmente de los más pequeños.
Luego de pasar por delante de la mata de “Torre en Torre” y vislumbrar la mata del “Fang”, donde existe un observatorio de ornitología, llegamos a la amplia carretera que conduce a El Palmar.
Es algo pronto, pero la afluencia de barcas repletas de personal de los pueblos vecinos que acuden a la procesión, es constante. Para guarecernos del sol, nos apartamos a un lado a la sombra de los cañaverales y nos entretuvieron las piruetas de unas aves acuáticas que jugueteaban en el agua y que al parecer no les importaba el constante ruido de los motores de las embarcaciones.
Al fondo se vislumbra el caserío de El Palmar, isla de la Albufera, que tan popular se ha hecho últimamente con la rivalidad de las mujeres que también quieren ser pescadoras en el lago.
Un enorme gentío ocupa las orillas y el puente. Se calcula que han acudido más de 300 embarcaciones. Algunas de ellas engalanadas. En una barcaza vemos a la Banda de Música con sus uniformes. En otra las falleras del poblado junto a la Fallera Mayor de Valencia. En otra las Autoridades. Por último, en otra, con toda dignidad se coloca la imagen del Cristo de la Salud en sus andas, custodiada por varios sacerdotes.
Se inicia la procesión con el disparo de las salvas de rigor y los acordes de la Banda de Música. Esto es maravilloso. Varios años he presenciado este acto desde tierra firme. Pero hoy me siento más partícipe puesto que la mano experta del guía nos ha situado junto a la barca que lleva la imagen del Cristo de la Salud. Hay vivas y aplausos y los clavarios al pasar con su embarcación nos obsequian con dulces y afectuosos saludos.
Así, lentamente se avanza y por el amplio corredor nos internamos en el lago a una distancia prudencial. La embarcación portadora de la imagen se ha detenido. Las demás lanchas se sitúan alrededor formando círculos. Los motores se han parado y el silencio envuelve tan maravillosa estampa. El párroco de El Palmar, dirige una hermosa alocución relativa al acto que se está realizando, que no es una exhibición folclórica sino un acto de fe. Después oraciones, plegarias sentidas y aplausos. Los “gozos” con esa sentidoa tonadilla que no se suele escuchar en los lugares alejados del Mediterráneo, cerraron el acto religioso, sencillo pero lleno de emoción.
Se organiza el regreso. Pensamos que cae la tarde y debemos regresar directamente a nuestro “Portet” dejando la procesión lacustre que regresa a su punto de partida.
Nuestra barca dirige su proa hacia el Oeste y es entonces cuando nos sorprende el panorama más espectacular que se puede imaginar: ¡La puesta del Sol! La superficie del lago es un auténtico espejo. Se reflejan en él, los multicolores que suelen acompañarle, con destellos indescriptibles de belleza. Las aguas totalmente quietas semejan un extenso manto bordado de vivos e irisados matices que embelesan. Hasta los peces parece que dejan de saltar, para no romper con sus juegos los bellos cristales de este embrujado paisaje.
Así como suena. No se encuentran palabras que puedan expresar objetivamente tanta belleza. Esto hay que verlo y vivirlo y lo tenemos al alcance de la mano todos los hijos de Sollana.
Por fin llegamos a nuestro “Portet” ya anocheciendo. Allí nos esperan nuestros vehículos para el regreso. Antes de partir, dirigimos la mirada hacia la zona de El Palmar y podemos contemplar los brillantes colores de un hermoso y artístico castillo de fuegos artificiales, que corona el final de la procesión del Cristo de la Salud, a su entrada en su bonita y recoleta iglesuela de El Palmar.

ACIGAR















REPORTATGE FOTOGRÀFIC I LITERARI AMB MOTIU DE LA PARTICIPACIÓ EN LA ROMERIA DEL SANT CRIST DE LA SALUT DEL PALMAR PER L’ALBUFERA REALITZADA EL 4 D’AGOST DE 2003, DILLUNS. Eixida nº 37 del Col·lectiu Ullal
(Transcrivim només els comentaris que acompanyen les fotografies. L’àlbum fotogràfic es conserva a l’arxiu fotogràfic del col·lectiu)


Fem camí, descobrim, és terra nostra.
Vaig veure detalls, i un cor tan gran....
vaig veure
el Quixot?
era la meua imaginació.
Imagina tot el que pots veure.

Sentir parlar aquell home
era descobrir que la pell també era viva
i si la memòria em falla, recordaré
aquella cara, aquelles mans.

Un somriure,
la bella innocència, i
el pobre peixet.

De vegades la terra et parla ben a prop,
tan a prop que paralitza la teua imaginació.

Arreplegàrem la llum de la mediterrània,
del capvespre a l’Albufera.

Qui sap ens guiava,...
el lligam escrit a la cara va prémer
el botó de l’obturador de la Canon Eos-3009...
la resta ho capta l’ànima.

Aquell murmull no obstant,
no feia oblidar que érem a l’estiu.
L’horitzó difuminava les primeres embarcacions,
passejàvem amb Ell,
i amb les diferents actituds no enfrontades.

Vaig recordar imatges colabreses,
pot ser la meua visió.

Aquell capità ens col·locava a primera línia,
amb tot el morro fins i tot.

Imatges que emmudeixen les paraules...

Fem camí...

hora baixa, fi.

Antonio Segarra Selma

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