Ruta de Senderisme: Racó del Duc. Via Verda

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CONEGUEM   EL NOSTRE PATRIMONI NATURAL
RUTA DE SENDERISME: RACÓ DEL DUC. VIA VERDA
VILALLONGA-L’ORXA. EL TREN DELS ANGLÉSOS
Col·lectiu Ullal. Eixida nº 89
DATA: Dissabte 27 de novembre  de 2010
ORGANITZA: Joan Ferrús

                                        

ASSISTENTS:  Juanvi i Xus Ferrús, Joan Ferrús, Pau Córdoba, Antonia Chulvi, Amparo Gomis
amb els fills Alberto i Maria, Rafa Calabuig i Pili, Vicent Albentosa, Toni Velis, Desa Llinares,
Ramon Juan i la filla Alícia, Pilar Fuset i el fill Arnau, Pepa Pastor. 14 adults i 4 xiquets. Total 18
persones.

El cielo amaneció plomizo, con amenaza de lluvia. Esto cambió un poco nuestros
equipajes ya que tuvimos que coger impermeables y ropa de recambio por si acaso.
Al llegar a nuestro lugar de destino, el cielo ya no era tan plomizo sino más bien
grisáceo. Lo primero que hicimos fue tomar reconstituyentes para que nuestros cuerpos tuvieran
la energía suficiente para iniciar nuestra maravillosa excursión en el corazón del paraje del
"Racó del Duc". Tomamos nuestras viandas al lado del río Serpís, mesados por el susurro de sus
aguas y siendo observados por las espléndidas montañas que nos rodeaban. Un lugar que
emanaba paz y serenidad.
Empezamos la marcha con energía y muchas ganas de que la belleza del lugar nos embriagara
todos los sentidos. El recorrido no presentaba dificultad alguna y resultaba agradable caminar
por aquellos parajes solitarios. El tiempo jugó a nuestro favor ya que tuvimos una temperatura
ideal sin calor ni demasiado frío, de hecho a medida que avanzábamos por la vía, íbamos
quitándonos prendas (guantes, bufandas, polares incluso alguien se quitó los bajos de los
pantalones). Comenzamos el recorrido atravesando uno de los ocho túneles que lo salpican. Fue
toda una diversión y novedad para los más pequeños del grupo.
Andando por esta antigua vía de ferrocarril pudimos observar antiguos vestigios de su pasado
glorioso y productivo. Observamos antiguas fábricas de luz, pequeñas centrales hidroeléctricas
que aprovechaban las aguas del río Serpís. También quedaban restos derruidos de las casetas
que utilizaban los vigilantes del ferrocarril. Me hubiera gustado ver ese tramo en pleno apogeo,
con sus trenes, sus trabajadores, las centrales en marcha. El lugar, sin duda,  herviría en
actividad. Ahora, sin embargo, el silencio de la montaña lo envuelve todo y nos invita a
reflexionar, nos invita a admirar sus montes teñidos de colores otoñales, nos invita a respetar y a
amar la naturaleza.
El tiempo también nos respetó y  al término de la excursión se puso a llover. Alguna mano
superior guiaba nuestros pasos y nuestra ruta.
La comida tuvo lugar en un encantador restaurante que era un antiguo molino espléndidamente
restaurado. Nuestro merecido descanso junto con la sabrosa comida, la tertulia y los
comentarios posteriores ayudaron a que ese día resultase perfecto.

Pilar Fuset Gálvez

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